lunes, 10 de junio de 2013

HUBO



Alerto, me, te... sobre la finita razón de todos los cielos con o sin semillas.
Busco como antes pero con mucho más coraje por los lugares que pensé no volver, especialmente en aquellos que regaron mi ser de felicidad.
Estoy desmenuzando el arte con mi paciencia, en todas las notas que emprendí cuando solo pensaba en fusionarla.
Persigo todo lo que puedo para sumar la razón de mis pecados a los prósperos, y más perversos... amo el corazón de todo.
Camino bajito, sin alterar / te, con el arte, sin saludar al sol, ocultándome de las cofradías sedientas de mí.
Golpeo así...las manos contra las manos, iniciando la guerra de las huellas, fabricando la circulación atrofiada de lo que tropieza adentro, en la carne, más profunda de mí ser...
Hubo un momento, hubo un lugar y una cena.
Tuve marido y mujer, fortalezas, dinero y peleas por el café.
Existieron (hijos) que no supieron llamarse (hijos), ni ganaron ser padres (justo iguales a mí).
Mascotas, plantas, silencios, abrazos, lluvias prolongadas, risas, carcajadas, angustia.
Se supo que limpiar, que crear, y a quien creer.
El límite del ítem, y la tilde.
La mentira, la perfección y el suplicio encontrado en otros.
El exilio y la guerra contra los insectos más perversos que vagaban por los tablones de la cocina añeja.
El  Piazzolla jubilado de mi rutina, y la querella por darlo a conocer...
Hubo lo que tuvo que haber, para que hoy sepa sentirme entre algodones en un carro de hierros candentes.

Pablo Barnabá


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