domingo, 23 de junio de 2013

PLOMADA




Veo, y eso es demasiada fortuna.
Siento, y alejo la plomada que intenta dormir en mi zapato.
Respiro, notando  que no es  un acto común.

En el silencio, alguien ve una nube de sonrisas; en la noche, alguien se siente vivo, acarreando su síntoma sobre su garganta.
Sobre la vuelta, las manos se pierden y desnudan el resto oxidante. 
Un tapón que contiene veinticinco mil angustias, y una razón para descubrir tu vuelo.

Hablo, y eso me hace más humano, aunque no menos doliente.
Pienso (aunque pensar en que pienso, me acerque a la nada).
Respiro, y eso, hoy, no es nada fácil.

En dos puertas cerradas, me arrodillo para mojarme los pies en el altar; castigando el cansancio de la cotidiana, ya, masturbación intelectual.
Rogando por un ángel, que por fin se deje tocar las manos, llueve una duda que se vuelve fragata liberadora; en un encierro que lleva pocos años de soledad.


Veré si vivir, es hablar, devolviendo la nada en cada instante.



Pablo Barnabá.

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